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martes, 19 de septiembre de 2017

La mayoría catalana... calla!

@MuyLiberal
José Ortega y Gasset en su famoso discurso de mayo de 1932, en las Cortes, sobre el Estatuto de Cataluña, en el que dijo aquello de que el problema catalán —el nacionalismo— no se puede resolver, sino que tan sólo se puede conllevar, también habló de esta “mayoría silenciosa” de la que hoy quiero opinar. Ortega dijo entonces: “Esto es lo lamentable de los nacionalismos; ellos son un sentimiento, pero siempre hay alguien que se encarga de traducir ese sentimiento en concretísimas fórmulas políticas: las que a ellos, a un grupo exaltado, les parecen mejores. Los demás… no osan manifestar su discrepancia, porque no hay nada más fácil, faltando, claro está a la veracidad, que esos exacerbados les tachen entonces de anticatalanes ¿Qué van a hacer los que discrepan? Son arrollados.”
Ortega proponía extender el autonomismo a toda España, como fórmula para “conllevar” el problema catalán, pero se confundió. Pensó que concediendo más autonomía el deseo de independencia se aplacaría, y ha ocurrido justo lo contrario. Porque las transferencias han sido utilizadas por ese “grupo exaltado” de independentistas, para aumentar su base social, utilizando fundamentalmente la educación, tergiversando la Historia y amplificando desmedidamente el victimismo. Al mismo tiempo que la progresiva desaparición del Estado en Cataluña ha hecho que los no independentistas se sientan cada vez más huérfanos de ese Gobierno central que ha tratado de aplacar a la bestia alimentándola y haciéndola crecer.
Y así llegamos a la situación actual, en la que tanto las sucesivas elecciones como las encuestas demuestran que los independentistas son minoría. No olvidemos que en las últimas elecciones al Parlament, hace dos años, los partidos que presentaron un programa electoral independentista consiguieron sólo el 47,7% de los votos. Pero esta minoría exaltada se ha adueñado de la calle, donde aparentan representar a toda la población, porque han conseguido encerrar en sus casas a la “mayoría silenciosa” que no se atreve a dejarse ver. Es lamentable comprobar cómo los separatistas no encuentran en las calles una oposición pacífica y democrática. La mayoría tiene miedo a verse perjudicada en sus trabajos, en los colegios de sus hijos, en su convivencia diaria, por la minoría exacerbada de matones del separatismo. Y también sienten que han sido desamparados por quienes han permitido que esto suceda durante años de desidia y cesiones.
Parecen sinceros cuando dicen que hay que ser un héroe para manifestarse pacíficamente con la bandera española por Barcelona, o para reclamar que la selección española de fútbol juegue un partido en Cataluña, por donde no aparece desde hace más de 13 años. O simplemente para exigir una enseñanza bilingüe, o rotular un comercio en la lengua oficial de toda España. Para hacer cosas normales piensan que hace falta ser un héroe en Cataluña y dejan solos a los poquísimos que se atreven a hacerlo. Se han acomodado de tal manera a esa posición de víctimas que ya no son capaces de luchar por lo suyo. Necesitan deshacerse del pánico que les hace invisibles y convencerse de que si actúan unidos, como la mayoría que ciertamente son, no necesitan héroes. Pero alguien debe liderar ese cambio y esa responsabilidad es de los partidos constitucionalistas, todos unidos deben hacer que los golpistas vean que tienen al pueblo en contra, y que no les van a dejar salirse con la suya. Nadie podrá creerse patriota si intenta aprovechar esta situación para sacar provecho electoral. Es necesario que se sepa que quienes eviten este golpe de Estado tendrán nuestro apoyo y quienes lo consientan, nuestro rechazo, que los golpistas noten que la mayoría les rechaza, sin necesidad de un referéndum ilegal.

martes, 5 de septiembre de 2017

Somos 47 millones (2)



En la primavera de 1808, Barcelona, como muchas otras ciudades de España, se encontraba bajo la autoridad de las tropas de ocupación francesas autorizadas legalmente por el rey Carlos IV. A partir del levantamiento del Dos de Mayo, en Madrid, habían ido apareciendo partidas de guerrilleros, formadas por soldados desertores y paisanos armados, que hostigaban a los franceses en cuanto salían al campo abierto. En Cataluña, la resistencia se vio favorecida por la existencia de la Institución del Somatén, nombre derivado del catalán so emetent, hacer ruido, cuyo origen proviene del toque de las campanas de las iglesias para convocar a los vecinos que colaboraban con este cuerpo represivo de carácter para-policial.

La costumbre de movilizar a los vecinos para tareas de autodefensa era especialmente intensa en Cataluña, donde el Somatén había desempeñado un importante papel en la reciente Guerra de la Convención (1793 – 1795). El cuatro de junio de 1808, el general Schwartz partió de Barcelona, con tres mil ochocientos soldados y dos piezas de artillería, tomando el Camino Real que conduce a Lleida y Zaragoza. La noticia se transmitió rápidamente a las localidades por donde debían de pasar, pues las campanas comenzaron a tañer el “toque de somatén” convocando a los vecinos. Aquella tarde los franceses llegaron a Martorell y allí pernoctaron.

Al día siguiente, muy temprano, varios oficiales y soldados del 2º batallón del regimiento de guardias valonas, así como un oficial y soldados del regimiento de infantería suiza “Wimpffen” nº 1 al servicio de España, acompañados de varios centenares de miembros de los somatenes de Manresa e Igualada, se colocaron en la alturas del Camino Real. Los franceses no reanudaron su marcha hasta las seis de madrugada del dia siguiente, debido a la dificultad de caminar bajo la lluvia, y, después de dejar atrás Esparraguera y Collbató, los franceses llegaron al Bruch de Arriba, punto de bifurcación del camino de Manresa y el Camino Real que lleva a Lleida. Allí fueron recibidos por el fuego de los paisanos y soldados que esperaban desde el día anterior. Los franceses, después del primer efecto sorpresa de la emboscada, se organizaron y asaltaron las posiciones de los somatenes, quienes se retiraron y, dándose por satisfechos, iniciaron el regreso a sus casas. El general Schwartz, dado que ya era la hora de almorzar, ordenó a algunos de sus soldados que montaran guardia mientras que el resto de la unidad se preparaba para comer y descansar antes de proseguir el camino. En el camino de regreso hacia sus casas, los somatenes que habían participado en la emboscada se encontraron con un grupo de vecinos de Sallent y un contingente de somatenes de Sampedor, que acudían con cierto retraso a la convocatoria.

Entre estos últimos se encontraba un chaval de diecisiete años que hacía las funciones de tamborilero: Isidro LLusá y Casanovas. Deseosos de no parecer cobardes frente a los vecinos venidos desde otros pueblos, los somatenes de Manresa se dieron la vuelta para volver con los nuevos a atacar a los franceses Por el camino se fueron encontrando a más somatenes y todos subieron a las alturas para volver a disparar a los centinelas y al resto de franceses, que estaban comiendo. Comenzaron el ataque animados por el frenético ritmo marcado por Isidro LLusá, por otro tamborilero y por un corneta, que tocaban incesantemente. La mezcla de disparos, tambores y el repique de las campanas de las iglesias de los pueblos de alrededor le debió de hacer pensar al general Schwartz que se encontraba frente a un levantamiento general, y no frente a unos pocos soldados y un grupo de paisanos pobremente armados y mal organizados. En primer lugar decidió formar un gran cuadro defensivo, manteniendo a raya a unos españoles que no se atrevían a acercárseles.

Después de varias horas de escaramuzas y tiroteos y, bajo el efecto del eco atronador, los franceses comenzaron a retirarse hacia Barcelona. Los patriotas avanzaron detrás, hostigándoles continuamente animados por el ritmo sin descanso de el Tambor del Bruch. Los somatenes de Martorell y Molins de Rei no se animaron a enfrentarse directamente con los franceses en retirada, trataron de incendiar el puente sobre la riera del Abrera y, aunque no consiguieron su objetivo, el puente acabó hundiéndose cuando fue atravesado por unos de los cañones que había sido tomado por los somatenes. Poco más allá, las tropas de Schwartz se encontraron con las fuerzas del general Duhesme, que había salido precipitadamente de Barcelona para auxiliarles. La noticia de la humillante retirada de una unidad del ejército francés ante un grupo de paisanos, adornada por la circunstancia de la actuación del timbaler tuvo un gran efecto en la moral de la población del principado, insuflando orgullo y seguridad en sus posibilidades y sirviendo de detonante para la insurrección generalizada.

Resultado? 1-O...



@muyliberal

   El 9-N de 2014 Rajoy ya permitió a los golpistas catalanes celebrar un “proceso participativo sobre el futuro político de Cataluña” aduciendo que no se trataba de un referéndum ni de una consulta que habían sido prohibidas por el Tribunal Constitucional. Este golpe de Estado —que empezó en septiembre de 2012, cuando Artur Mas exigió un nuevo pacto fiscal que privilegiase a Cataluña sobre el resto de España, al que Rajoy se negó— pretenden concluirlo el próximo 1-O con la celebración de un “referéndum sobre la independencia de Cataluña” con el que Rajoy, personalmente, se juega su presente y su futuro. Si el referéndum llega a celebrarse, Rajoy estará acabado y pasará a la historia como uno de nuestros peores gobernantes, casi a la altura de Fernando VII. Y el PP será arrastrado con él. Ya ha traicionado a sus votantes incumpliendo repetidamente sus promesas electorales, los ha hastiado con una corrupción que la derecha no tolera como sí hace la izquierda; y apenas los retiene con dos sentimientos: el miedo a Podemos y el amor a España. Si también les vuelve a fallar en esto habrá terminado de cavar su fosa. El tiempo del diálogo ha terminado, es hora de demostrar la firmeza que hasta hoy no ha tenido.

   Para impedirlo, el Gobierno se dotó de dos nuevos mecanismos, la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional y la Ley de Seguridad Nacional. La primera permite que el TC, de oficio y mediante un procedimiento exprés, imponga la ejecución de sus propias resoluciones. Y la segunda impone, mediante un simple Real Decreto del Consejo de Ministros, una coordinación reforzada de todas las Administraciones bajo la dirección del presidente del Gobierno, lo que le habilita para asumir incluso la dirección de los Mossos d’Esquadra. Paños calientes que pretende usar ante el temor más que fundado de que tanto PSOE como Ciudadanos se opongan a la aplicación del artículo 155 de nuestra Constitución para impedir que se celebre el referéndum golpista.
Resulta asombroso ver a los de Albert Rivera enfrascados en su propuesta de limitación de mandatos con la que pretenden echar a Mariano Rajoy de La Moncloa coincidiendo con el momento en que nos estamos jugando la unidad de España. El partido que nació para frenar a los secesionistas parece despistarse cuando llega el instante decisivo. Y Pedro Sánchez desearía aprovechar cualquier oportunidad para sacar adelante una moción de censura que lo convierta en Presidente del Gobierno, y lo hará a poco que Rajoy cometa el más mínimo error, sabiendo que la llave la tiene un PNV en absoluto comprometido con la unidad de España. Cualquier ocasión les parece adecuada para sacar tajada.

   Pero mientras llega el 1-O deberíamos también empezar a ver reclamar sus derechos a esa mayoría silenciosa de catalanes no independentistas que han sido abandonados a su suerte por todos los indolentes gobiernos que, desde la Transición, han entregado al nacionalismo su educación, sus medios de comunicación, su sanidad, sus empleos, y casi sus vidas. Fue lastimoso verlos manifestarse en silencio tras miles de ‘esteladas’ y de energúmenos que insultaban a todos los españoles en la persona del Rey, el día de la manifestación tras los atentados de Barcelona. Apenas un puñado de valientes se manifiesta cada 12 de octubre en Barcelona para reivindicar que “Catalunya es España”. Valientes que siempre son dejados a su suerte por esa mayoría silenciosa cada vez que son multados por rotular un comercio en español, o cuando reclaman para sus hijos una educación bilingüe, en lugar de la inmersión monolingüe en catalán. Rajoy se la juega, pero es hora de estar todos unidos.

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martes, 8 de agosto de 2017

La burguesía catalana ha criado a una generación de niñatos anticapitalistas.


@MuyLiberal

Organizaciones catalanas directamente vinculadas con la CUP, como Endavant, a la que pertenece Anna Gabriel, o los cachorros de Arran, han protagonizado varias acciones violentas en las últimas semanas. Las que más repercusión han tenido han sido sus ataques contra el turismo en Baleares, Cataluña o Valencia. Pero también han perpetrado atentados contra entidades financieras, contra las sedes de partidos políticos no nacionalistas y hasta contra la misma Guardia Civil. La base de toda esta violencia está en la propia ideología de todos estos grupos; tanto la CUP como sus organizaciones fundadoras, Endavant y Poble Lliure, o su sección juvenil Arran, se autodefinen como revolucionarios marxistas-leninistas, además de pancatalanistas. Son antisistema y anticapitalistas y pretenden la instauración de una República Popular Pancatalana en la que nacionalizarán las entidades financieras, no pagarán su Deuda Pública y redistribuirán la renta arruinando a todo el mundo, como buenos comunistas.

Se les ha podido ver de la mano de etarras batasunos y afirman que la kale borroka vasca es un movimiento inspirador, por lo que no descartan un mayor uso de la violencia según requiera cada contexto. Se circunscriben en un entorno en el que la alcaldesa de Barcelona es una okupa sin oficio ni beneficio, hasta que cogió la vara de mando que le regaló Miquel Iceta, el bailón. En unas elecciones municipales, las barcelonesas, en las que el 43,6 % de los votos fue a caer repartido en todo un aquelarre de coaliciones de extrema izquierda, anarquistas y antisistema. La moderna y cultural Barcelona se ha convertido en una sede antisistema porque la burguesía catalana ha criado a una generación de niñatos anticapitalistas, como Pablo Hasél.

Y cada vez van a más, porque se les está consintiendo todo. Sus acciones violentas quedan impunes y los aprendices de etarras se están envalentonando, presumiendo en las redes sociales de la autoría de sus atentados. Se les aplica la misma política de apaciguamiento con la que ha sido tratado todo el movimiento sedicioso y golpista catalán, que ha provocado que cada vez la situación sea más insostenible y ha animado a estas malas bestias a colocarse a un paso de cometer algún atentado sangriento.

Se pretende amansar a la fiera creyendo que todavía es una cría, se le mima, se le alimenta y se le consiente todo, mientras la bestia crece y se convierte en un depredador dañino que pretende devorarnos. Tanto la CUP como sus cachorros tienen entre sus objetivos declarados destruir nuestro sistema democrático, por lo que debemos hacer caer sobre ellos todo el peso de la ley. Tenemos un Código Penal y una Ley de Partidos Políticos que hizo músculo, con sangre, sudor, lágrimas y mucho esfuerzo, en la lucha contra el terrorismo etarra. Debemos usar ahora esas mismas herramientas legales para cortar de raíz este nuevo movimiento violento catalán, sería una irresponsabilidad de impredecibles consecuencias si no lo hiciéramos y dejáramos que los cachorros se conviertan en alimañas.

FUENTE

miércoles, 12 de julio de 2017