El 2 de julio de 1808 Zaragoza resistía el asedio de las tropas francesas. En una de las puertas de la ciudad, la conocida como del Portillo, una joven de no más de veinte años cogía un botafuego y, por encima de los soldados caídos, encendía la mecha de un cañón. El disparo obligaba a los franceses a batirse en retirada. Agustina de Aragón, con este valiente gesto, se convirtió en un mito. Como ella, muchas otras mujeres lucharon con valentía en la guerra de la Independencia española.
Les guste a los "hispanófobos" o no les guste, Agustina forma parte de nuestra historia común, personas que dieron su vida por defender nuestra patria, nuestra sociedad, nuestra cultura y nuestros valores, y que merecen que su sacrificio no se pierda en un océano de sinrazón y odio alimentado por la mentira.
Somos 47 millones, "som 47 millions", y no estoy dispuesto a que nadie me arrebate a ninguno de mis hermanos.
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